Traducir la poesía de Rainer Maria Rilke, especialmente en el contexto de “Les Chansons des Roses” de Morten Lauridsen, presenta desafíos únicos. La voz polifónica de Rilke, con sus capas de significado y matices, exige una consideración cuidadosa. Este viaje a través de los cinco poemas revela las complejidades de llevar las rosas francesas de Rilke a una audiencia de habla inglesa.
Rosas rojas en plena floración, simbolizando la poesía de Rilke y la música de Lauridsen.
Inicialmente, este proyecto comenzó con el simple objetivo de hacer accesible la poesía de Rilke, tal como fue musicalizada por Lauridsen, a una audiencia más amplia. Sin embargo, las complejidades de la obra de Rilke pronto se hicieron evidentes. El proceso de traducir los poemas en su orden numérico reveló una curva de aprendizaje, presentando las traducciones iniciales más dificultades que las posteriores.
Manos sobre un libro de poesía y partituras, representando el proceso de traducción.
El tercer y cuarto poemas resultaron ser las traducciones más satisfactorias. El cuarto poema, en particular, tiene una resonancia especial, tanto en su francés original como en su forma traducida. Aunque los cinco poemas ofrecen perspectivas únicas sobre el mundo de Rilke, el quinto presenta un desafío distinto.
Un primer plano de pétalos de rosa delicados, sugiriendo la belleza de las traducciones más logradas.
Este poema final, con su enigmática imaginería de círculos concéntricos formados por pétalos en movimiento, invita a múltiples interpretaciones. Una lectura sugiere la formación de un vórtice, un motivo recurrente en la colección de poesía alemana de Rilke, “Nuevos Poemas”. Este vórtice, a su vez, genera un reflejo de la rosa, iluminándola con una luz trascendente. Esta imagen evoca un sentido de unidad entre la rosa y su reflejo, logrando una armonía que a Narciso se le escapó.
Un patrón abstracto de círculos concéntricos que se asemejan a un vórtice o el centro de una rosa.
Existen interpretaciones alternativas, incluyendo la posibilidad de una disputa amorosa velada de sarcasmo. Sin embargo, esta perspectiva parece menos probable dada la característica dulzura de Rilke. Sigue siendo una pregunta fascinante si el propio Rilke habría anticipado la elección de Lauridsen de hacer de este enigmático poema el gran final de su ciclo de canciones.
Un espejo reflejando una rosa, con un lirio de Narciso en el fondo, aludiendo a la armonía alcanzada.
Aunque Morten Lauridsen resida cerca de Los Ángeles, quienes estamos en el estado de Washington, tanto al este como al oeste, sentimos una conexión con él, reconociendo su nacimiento en Colfax y su residencia en las Islas San Juan.
Un paisaje del estado de Washington al atardecer, con montañas y agua, simbolizando la conexión de Lauridsen con el lugar.
Este viaje de traducción subraya las complejidades inherentes al transmitir la profundidad y la belleza de la poesía de Rilke, particularmente cuando se entrelaza con la interpretación musical de Lauridsen. La experiencia ilumina no solo los desafíos, sino también las profundas recompensas de comprometerse con una obra tan rica y evocadora.